Da igual si hablamos de una ruptura amistosa, un desengaño amoroso, una enfermedad, una crisis profesional o momentos de inseguridades en general…
Todas hemos pasado por alguna de estas situaciones y nos hemos visto perdidas, sin entender muchas cosas y sobre todo sin saber qué hacer o hacia dónde ir.
Queremos seguir con nuestra rutina para estar distraídas y no pensar en lo que nos pasa. Pero si seguimos haciendo lo que siempre hacemos, nunca saldremos de ese bucle que nos está impidiendo avanzar.
¿Y qué hacemos para salir de ahí? Pues depende de cada una de nosotras, de la situación que estemos viviendo, de la ayuda externa que tengamos y de otros factores que puede que no controlemos.
Pero ¿no tenéis la sensación de que muchas veces en esos momentos lo único que necesitamos es romper con todo?
“Coger carretera y manta” y no mirar para atrás. Empezar de cero.
Pero reconozcamos que empezar de cero es complicado y en muchos casos poco factible. Además, tampoco es necesario ser tan radical.
Empezar de cero puede ser también empezar de cero con una misma.
Buscar dentro de nosotras, saber qué es lo que tenemos que mantener y qué es aquello que hay en nosotras que debemos dejar ir.
Redescubrirnos
A veces, un viaje con amigas o en familia es lo que necesitamos.
¿Quién no se ha ido de finde con sus mejores amigas para recomponer un corazón hecho pedazos? Esos días de charlas infinitas, risas y llantos son liberadores, pero muchas veces no son suficientes (o sí lo son, pero por poco tiempo).
Cuando volvemos a la realidad y la burbuja en la que hemos estado se deshincha, regresamos a la misma rutina y seguimos sin saber qué nos pasa realmente o cómo debemos actuar.
Nuestros familiares y amigos nos intentan ayudar en todo lo que pueden y están ahí siempre, pero también es cierto que es muy probable que no sean del todo objetivos con la situación y por ello no puedan ayudarnos como necesitamos.
Además, puede que tampoco nos entiendan porque nunca se han sentido de esa forma o han experimentado una situación parecida por la que estamos atravesando nosotras.
La mejor manera de volver a encontrarse con una misma es haciendo algo diferente, que no estemos acostumbradas, que nos de respeto y que nos haga salir de la tan famosa “zona de confort”.
Y qué mejor que un viaje contigo misma. Solo tú con tus pensamientos.
Solo tú y un destino que te morías de ganas por conocer o que ya conocías y siempre ha sido especial para ti.
No solo estarás viajando y conociendo mundo, estarás haciendo «TRAVELTERAPIA»
Con la “travelterapia” romperás con tus creencias limitantes, superarás miedos y harás cosas que jamás pensarías que serías capaz de hacer por ti misma.
Al principio esto te sorprenderá y te dirás: “joder, en serio acabo de hacer XXX…” y en ese momento se te escapará una sonrisa de satisfacción y te recorrerá por el cuerpo una sensación que no olvidarás en tu vida.
Te pongo un ejemplo
(Vamos a saltarnos toda la parte de comprar el billete de avión… Vale, sé que es el primer paso en la decisión de hacer un viaje en solitario, peeeeero es solo hacer una compra online, lo heavy llega cuando pasamos a la acción y llega el día de viajar).
¡Día anterior… Maleta hecha! Siempre lo dejamos todo para el último momento.
Nervios mil y sin dormir bien la noche anterior al viaje.
Acabas de llegar sola al aeropuerto de tu ciudad y te diriges a pasar el control de seguridad. Ains!!! Los nervios ya empiezan a manifestarse más intensamente.
Ahora sí o sí ha llegado el momento!!!
Ya conoces la puerta de embarque de tu vuelo y ahí que vas directa para ser de las primeras en llegar y ponerte en la cola (el ansia nos puede amiga). Sí lo sé, ahora mismo sientes una mezcla de emoción y pánico a partes iguales.
Empieza el embarque y conforme va avanzando la cola te vienen preguntas del tipo: “qué necesidad tengo de hacer esto” o “seguro que me voy a arrepentir”, entre otras muchas más.
Ahora sí, por primera vez te subes sola a un avión.
Bueno, puede que esto ya lo hayas hecho antes, ya sea por trabajo o porque en el destino te esperaba alguien conocido que te recogió con su coche y te acompañó a enseñarte la ciudad.
Pero esta vez es diferente. No hay nadie esperándote cuando aterrizas. No hay nadie en la zona de llegadas esperando a verte cruzar la puerta con una sonrisa y un abrazo.
Esta vez solo estás TÚ sola
Sales un poco desorientada, pensando hacia dónde te tienes que dirigir y con más miedo en el cuerpo que antes de subirte al avión.
Pero amiga, tranquila, lo más difícil ya está hecho.
Ahora, abre Google Maps y pon la dirección de tu alojamiento. Seguro que lo has hecho ya mil veces desde casa y sabes todas las opciones de transporte hacia tu hotel, pero seguro que lo harás una vez más.
Súbete al Uber, metro o bus y directa a la que será sin duda una de las aventuras de tu vida.
Lo que te he relatado es lo que sentí yo mi primera vez viajando sola (aunque reconozco que yo tuve un poco más de drama). Ya te lo contaré en otra ocasión jeje.
Aunque en ese momento no seas consciente de la hazaña que acabas de conseguir, esos “pequeños-grandes pasos” que acabas de dar, tendrán muy pronto un impacto en ti.
Te sentirás más segura, más fuerte y sin darte cuenta irás dando pasitos, tomando decisiones por ti misma. Como, por ejemplo: “hoy me apetece comer italiano” o “me voy a parar en esta terracita a tomarme una cerveza tranquila”.
Tendrás momentos que te sentirás sola, pero otros muchos que no. Aprovecharás para hablarte, escucharte y comprenderte sin escuchar ningún “ruido” del exterior.
Y de repente, el problema, situación o lo que sea por lo que estás pasando perderá importancia o lo afrontarás de otra manera o simplemente te darás cuenta de que sea lo que sea PODRÁS CON TODO.
Nadie dijo que fuera fácil, pero te aseguro que valdrá la pena.
Recuerda que donde puedes ser TÚ en mayúsculas, ahí es.